Jugando con lo difusa y subjetiva que puede ser la forma de un recuerdo, Cohen procede por selección de fotos personales, cargadas de un peso específico en cuanto a cambios, pérdidas y crecimientos, para retratar a las mujeres de su familia y auto-retratarse, en una impronta biográfica que convierte su práctica pictórica en forma de estar en el mundo, de adquirir lucidez y conocerse, de perderse en sí misma, de contradecirse al intentar afirmar y afirmarse. El método que guía el sistema de trabajo en esta artista se puede pensar a partir de dos conceptos claros y potentes: sensibilidad y expresión. Con la primera capta y plantea desde el uso del color y la luz su capacidad de sentir, desafiando a su vez la plena opacidad del acto plástico para volver visible el caos propio; mientras que con la expresión, se abre al mundo y nos propone un diálogo. Desde este lugar de encuentro con el espectador, Cohen nos ofrece una variedad de percepciones posibles, que cada quien sabrá asimilar, para recibir lo que no se conoce, en el hallazgo de un hilo común que engarza las diez perlas de su último trabajo aquí expuesto. Así, vemos desfilar como personajes de un cuento pequeño y personal, nombres que suponemos corresponden a un referente en su realidad y tienen implícito una ligazón afectiva: Gaby, Melanie, Poly (la artista), Dailan Kifky, las maravillas de Alicia… Pero el giro de este acto creador agrega otras tensiones a la imagen que van más allá del archivo personal, luminoso y más o menos blando de la memoria. Es que en Relatos de la infancia, sin dudas, relampaguea lo familiar como una propuesta de interpretación, un modo de traducir el uno en los otros, pero que, sin embargo, no deja inmune a la tela pintada de pequeños gestos microfísicos donde abunda la extrañeza, las distancias inexplicables, lo errático que se pierde y regresa, lo siniestro.
Personal photos telling a story about the female characters in a family. Portraits and self portraits evoking growth, changes and losses, childhood images that narrate and recreate memories. First names, personal wardrobe and important characters in children stories are the main memories in this biographical paintings. Even tough memories are both diffuse and subjetive, there is more than one perception available, not only for those who can relate with each picture (in a personal level) but to each viewer capable of remembering their own childhood. The twist of this particular creating act is in the addition of forces outside the image itself and beyond the limits of this luminous, located-in-a-soft-spot-of-the-memory personal archive. The family universe is taken as a proposal of interpretation, a way to translate oneself in others not letting aside the canvas containing gestures full of strangeness, inexplicable distance, the erratic nature of the return of what was lost, and the ominous.